Wednesday, January 2, 2008

Y en esas estoy (Esto es lo más viejo, mas sigue así)

Tuve un gran amor y lo perdí por unos tacos. Tenía yo mucha hambre, ese día, había trabajado por más de 24 horas seguidas. Así que la traje a la colonia roma, al restaurante Tlaquepaque, donde me traía mi padre, desde niño. Comí tacos de ojo y tripa gorda y de cabeza de res saludando a los meseros. Creo que fué ahí donde ella decidió cortar conmigo y volver a su mundo, al cual yo –le fué evidente- no pertenecía. La añoré por mucho tiempo.

Ahora me acabo de cambiar de casa, vivo solo y estoy más cerca de su estilo y lejos de su recuerdo. Al restaurante lo creía extinto, vivo cerca desde hace unos días, y el local está cerrado. Hoy buscaba, triste y hambriento, un lugar para cenar. Unas cuadras adelante, escondido, ví un letrero como el de antes, que anunciaba “Tlaquepaque”. Entré y comí lengua y seso y tripa gorda, saludando a los meseros, feliz de haberlos encontrado y de recibir nuevamente de ese sitio, aunque fuera en local nuevo, consuelo y alimento: Unos tacos.

Unas cosas durán más que otras. Y uno nunca sabe lo que sí es para toda la vida.

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