Wednesday, January 2, 2008

Y de pronto

Me libré. Mi intento de ser normal fracasó, me libré por un pelito de borrarme por completo. Me gusta el fado, me gusta el bossa, me gusta la ópera, no me gustan los valet parkins, me gusta el sexo, me gusta el vino. Me gusta la compañía de mis amigos, me gusta también despreciarlos. Me gusta ser superior, ser inferior me fascina. Me gusta pensar viendo el techo, me gusta dudar si quiero o no quiero azúcar en el café. Me gusta que no me guste la moda, estar a la moda me tranquiliza. Me gusta no estar tranquilo, me gusta también lamentarme, me sucede. Me encanta imaginarme triunfando, triunfo al concretar una nueva forma de procurar descanso. Sé que lo que más disfruto es oír, y por otro lado, buscar y encontrar significado en las cosas, en los hechos, en las acciones.

Mi mala memoria me traiciona siempre, desde niño hay alguien reclamándome porque no recuerdo lo que dijo o dije yo hace no mucho, aunque recuerdo muchos datos. Sé que me pierdo, no soy bueno con las direcciones, aunque en mi núcleo familiar sea el más apto. No me gusta manejar y a veces busco la muerte, me gusta el no haberla encontrado. Quiero irme, como todos, y como casi todos, no lo hago. Donde más he sido yo es en dentro del mar, solo, nadando entre colas amarillas, aguantando el poco aire que embriagaba a mis pulmones colapsados. O en una lancha contratada por mí, también solo, camino a un banco de arena y a alcanzar a una mujer amada. O llorando en Lisboa, viendo la tarde, disfrutando mi dolor y celebrando al mismo tiempo mi estilo para estar llorando. Todo esto, por supuesto, gana en importancia sólo si excluímos las veces que me entregaron diplomas mientras era un niño, o cuando estaba a solas con mi padre contando chistes groseros.

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