Saturday, June 18, 2016

Un día en la vida, 2016.


"Siri, busca en google, vida activa y vida contemplativa, diferencias y recomendaciones".

Así empezó mi día hoy. Y aprendí que según Santo Tomás, quien en nuestra tradición cristiana habló en algún momento de estas cosas, la vida más perfecta es “mixta”, entre la contemplativa y la activa. Como Jesus. Lo que leí, dice que de un obispo se dice, “que sea el primero en actuar y el que observe desde más arriba”, haciendo alusión a esa necesidad de combinar ambos aspectos. Antes de Santo Tomás, también leí hoy, Aristóteles definió ambas vidas, activa y contemplativa, como las de “Negocios, Guerra y Humana", y la otra la de “Ocio, Paz y Divina”.

Luego a lo largo del día escuché el Carmina Burana de Carl Orff. Un poco más tarde, ya encarrerado el peine, el Catulli Carmina o cantos de Catulo. Lo escuché en un LP – finalmente me compré una tornamesa- y estuve buscando infructosamente la traducción del libreto en google, se ve que son cosas que a nadie interesa, o que los editores de partituras cobran por descargarlos o eso dicen. Entonces me dí cuenta que la tenía frente a mí en la contraportada del disco. Tiempos modernos.

Me emocionó ir leyendo el Latin, con su elegancia en la que parece que todo lo dicho es una verdad eterna –y por lo tanto tuiteable: estuve a punto mas me contuve- y sobretodo con las viejas, viejísimas contradicciones humanas. Del que ama: ama y odia. Del que ama yno es correspondido: desprecia y no deja de amar.

Luego, para terminar el día, mientras había en la tele el partido de México del que todo mundo hablaba –que acabaríamos perdiendo 7-0, vergüenza como nunca- me enteré que había un homenaje al Arvo Pärt en el 22, un concierto fantástico con el coro de Estonia y un director melenudo, Arvo Pärt vivo y presente,y entonaron, entre otras, "Virgencita", en español, dedicada a la virgen de Guadalupe. Después el Te Deum. "A tí, Dios", que me sobrecogió por completo, como sólo las cosas escénicas y musicales pueden hacerlo.

Tuitée al final del día: “No me importa si pasa México, no me importa si existe Dios. Gracias, Arvo Pärt, por conectarme con mis más profundos miedos y gratitudes”.

Tal cual, eso fue mi día. En el inter, me peleé con mi mujer, me pregunté si todavía la quiero, mientras pagaba una parte de una gran instalación eléctrica para su horno de cerámica. Hablaba con mi madre preguntándome cuándo morirá y en qué condiciones; ví y achaqué a la pérdida de mi peine de dientes anchos, el que se me viera como nunca el cuero cabelludo en la cabeza, y estrené un tornamesa, proyecto que llevaba unos 30 años en mi lista de pendientes y sobre todo de deseos.

Qué inasible milagro, el que la biología nos haya dotado de un espíritu.


Quise terminar mi tuit con “Que Alguien tenga Piedad de mí”. Pero no cupo.