Friday, October 31, 2008

Mordida

Los labios me distrajeron de los dientes, -perfectos;

El lunar me distrajo de los labios

El cuello por atrás, del lunarcito, -el cuello, herido;

El hombro me distrajo de ese cuello

El cuello lo olvidé por la rodilla

La rodilla por el muslo, y lo que pude de la piel

Esa piel –tersísima-, por el borde de la falda

Lo que me trajo de vuelta a la sonrisa

que es donde todo había empezado,

y donde quiero volver a comenzar.

Wednesday, October 29, 2008

Hay 2 tipos

Hay 4 tipos de mujeres (¿o son 2, y se repiten?)

Las que aplauden cuando llega la comida, y las que no,

Y las que se enamoran.

Sunday, October 5, 2008

Y siempre, los artistas, que ya lo han visto y dicho todo.

"Puedo amar a rubias y a morenas,
a la que finge la abundancia
y a la que esconde la indigencia;
a la que prefiere la soledad,
a la que cree, y a la que duda;
a la que siempre llora con ojos como esponjas,
y a la que es corcho seco y nunca llora.
Puedo amarla a ella, y a ella, y a ti, y a ti;
puedo amar a cualquiera
que no sea verdadera".

John Donne
Inglaterra, 1572- 1630

La paradoja del matrimonio

Estoy solo, terriblemente necesitado de los demás. Dedico demasiadas –cuando menos, muchísimas- energías a estar en algún sitio, a ser aceptado, así los sitios sean virtuales y la aceptación venga en forma de “winks”, “flirts” y mensajes absurdamente lejanos. O mesas de bares y fiestas en las que rodeo y me rodean desconocidos.

Estoy solo, y al mismo tiempo, lo celebro y disfruto. Sé que así es la realidad. Nadie podría estar conmigo ahora, nadie podría escuchar esta música con mis oídos, nadie podría acompañarme en este rapto de placer producido por el primer trago de cerveza -o de té- y la música surgida de mis bocinas, con las que formo un triángulo equilátero perfecto, aunque bueno, eso no es ningún mérito; todos los triángulos son perfectos, como los círculos o los cuadrados, pero quizás los triángulos son los que tienen más variaciones, o da igual, las quiero y ya creo que son una parte mía y que somos, así dispuestos, perfectos, ellas y yo.

Si estuviera aquí alguien más no sé si escucharía, no sé si bebería conmigo, no sé si estaría bien. Seguramente querría salir o ver la tele, conversar conmigo, o cambiar el disco; quizás no y estaría bien escuchando junto a mí. Pero yo estaría preocupado por su bienestar y le haría caso a sus deseos, los que fueran, y al mismo tiempo, en realidad estaría realmente concentrado en observar la manera en la yo le proporcionaría su bienestar; pondría todo mi esfuerzo hasta asegurarme lo tuviera, por adivinar lo que en realidad querría, olvidándome de mí mismo pero sin dejar de observarme, dejando de ser por ello, sin quererlo, alguien cierto, de verdad, con el que ella (partiendo del hecho de que fuera mujer, no me atraen los hombres desnudos) disfrute compartir.

Vaya lío. Supongo también que, en el fondo, no tiene nada de extraordinario. Por algo un amigo de hace muchos años, que se estrena ahora como papá y contacté hace poco por chat, me dijo “la soltería es un lujo”. Por algo también existen tantos grupos virtuales de falsa compañía a verdadera soledad.

La paradoja en la soledad, es el tiranizante deseo de compartir; en compañía, es la imposibilidad de vivir la vida del otro o de penetrar realmente en ella.


¿Habré amado, alguna vez?

Friday, October 3, 2008

3 Historias del Mojo – III

Esta historia es más confusa, relacionada quizás a mi estado emocional de los últimos tiempos:


Hace no mucho choqué mi coche con una banqueta saliendo de una fiesta.

Me prometí que no volvería a suceder. Así que desde entonces no uso mi coche en las noches que se avecinan largas.

El otro día salimos varios de fiesta, fiesta que se anticipaba larga. Íbamos en el coche de una amiga, no muy bella pero simpática, con la que bailé como quien explora las posibilidades de entendimiento corporal. Existían, las posibilidades, aunque bailábamos pésimo.

Pero la noche fue larga y de un lugar fuimos a otro, y yo, oscilante como soy, abandoné a mi compañera de baile al conocer a una mujer (bastante menos agraciada, y yo más aguerrido) que me prometió algo que nunca cumplió. Quizás ella también se molestó, pues en algún punto volví a cambiar de objetivo, al ver a otra mujer que se me figuró una aparición y con la que quedé, entusiasmado, de verla en alguna ocasión futura. (Pues todavía pensaba, para ese entonces, que me cumplirían la promesa que no me cumplieron). Esa noche quedé solo, supongo yo que merecidamente. Regresé en un taxi a mi casa, sin problema.

Mi ex-compañera de baile, enojada como se fue, estrelló su auto contra la banqueta al llegar a la suya. Ella también había bebido.

Hace poco ví su coche, quedó muy parecido al mío pero peor. No puedo evitar sentir culpa.

Y bueno, tiempo después vi de nuevo a la mujer-aparición, quien sin el filtro del alcohol me pareció... pues eso, una aparición.

Ahora, cosa rara, la recuerdo poco, y cuando lo hago, tiene la cara cambiada, lleva el rostro de mi compañera de baile.

No sé si ella ya reparó su coche.

No sé si yo tenga un problema con el alcohol.

Y no sé si el costalito de Mojo, realmente está creciendo.