Tuesday, April 28, 2009

Diario de una Emergencia

Notas sobre la influenza

Pensar, no hay de otra, ante el ocio forzado y el posible desamparo.

Cada día que pasa la situación se pone peor. Eso me da pie a escribir, pues ha despertado la total incertidumbre, completamente fundada en hechos y lógica. Si hasta hoy cada día se ha puesto peor, ¿hasta dónde llegará?

Por eso escribo, mientras llega.

Viejos instintos se ponen a flote. La gente ni se lo cuestiona. Ayer pelearon la comida enlatada de los supermercados. No como gringos paranoicos sino como humanos ante una situación extrema. Yo ya no salgo de mi casa -no sé qué voy a comer hoy, mi mujer trajo todas sus latas y paquetes guardados en su casa: cous cous, tallarines, mostaza- y he tratado de arreglar las cosas de modo de huir mañana o pasado mañana.

Es inevitable sentir miedo.

La incertidumbre se suma, como ya dije, a los aplastantes razonamientos lógicos, y a todo esto, el conocimiento, la información, la disponibilidad casi infinita de datos. Siento que sé más cosas que la demás gente sobre la peste (llamémosla peste, es muy dramático, como este diario), por haber researcheado lo suficiente, acerca de los virus como tales -están vivos o no, quién fue primero, la vida o ellos, las preguntas- y me sorprendió, sobre todo, las páginas escritas hace 4 o 5 años anticipando que esto sucedería en algún lugar del mundo, durante esta década.

"Yo no fui", es lo que quiero gritar, cuando ahora en el mundo la llaman "gripe mexicana". Da coraje ser célebres ahora por esto.

Así que los virus finalmente mutaron dentro de los cerdos. Es gripe aviar, porcina y humana. Y finalmente se transmite de humano a humano. Hoy la OMS elevó la alerta mundial de 3 a 4, de un total de 6 puntos para la Alerta Máxima.

El viernes pasado no hubo clases. El sábado salimos a trabajar, (filmo cosas, y el sábado íbamos en una camioneta hacia un conjunto habitacional, cruzamos la ciudad de norte a sur) y mis amigos y yo mirábamos hacia afuera y reconocíamos nuestro sentimiento de "a mí no me va a pasar". Uno de ellos mencionó su reflexión ante todos los designios de moda ahora, acerca de que el mundo acabará en el 2012, "¿Y qué chingados voy a hacer yo solo en un mundo deshabitado?" se pregunta.

Y cada día ha ido cambiando. Para el domingo ya no nos dimos la mano cuando volvimos a vernos, y el lunes nos juntamos a filmar, todos con tapabocas y alarmados. Entonces fue que tembló.

El temblor nos espantó a todos. Yo grabé con mi cámara el agua de un tambo que se movía; esperábamos a ver en qué terminaba todo. Pausa para que todos llamaran a sus familias. Nada más que dos rayitas más al nivel de angustia.

Terminamos en tiempo, y en la noche crucé la colonia condesa para ir por mi mujer, que había estado de viaje, y pasar juntos la pandemia, hacer búnker. Todo estaba cerrado, todo completamente vacío. Hoy amanecieron las fotos en los períódicos de la gente en los supermercados ayer tarde. Cada día está peor y no sabemos qué pasará.

Se reflexiona sobre el pasado, sobre la gripe española en 1918 y sus 40 millones. Yo escucho los pájaros en mi terraza -día de jardinería, hoy- y pienso en los viejos y su amor por los animales, será que la edad nos va ensanchando la compasión. Me pregunto qué hacer con los animales.

Me pongo a escribir y siento "esto yo ya lo viví". Pero no es cierto, nunca antes había escrito un diario en una emergencia.

Es emocionante y natural. Espero que no nos pase nada.

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