Sunday, November 9, 2008

Voglio una donna

Ayer alguien me dijo que había visto Ammarcord, de Fellini. Hacía años que no pensaba en esa película, y el oirla mencionada me llevó a la imagen más representativa que de ella tengo en mis recuerdos: la del tipo subido a un árbol gritando algo. “Qué gritaba” – me pregunté- “qué gritaba el tipo en el árbol”. Y entonces llegó con toda su fuerza. Tampoco había recordado, en mucho tiempo, que yo adopté ese grito durante años, que lo viví e hice mío, que yo también lo gritaba, caminando, en los pasillos, o desde las ventanas de las salas de edición en la escuela de cine, y que sin saberlo sigo gritándolo hoy, todos los días.

¡Voglio una donna!

Esto me puso receptivo de mis propios pensamientos (qué frases tengo que inventar, para describir mis estados autocontemplativos-narcisistas-crónicamente desilusionados), mientras observaba a las mujeres de la fiesta en la que estaba.

Pensé, como siempre, en las mujeres que he tenido y, como siempre, en las que nunca tendré. Existe un extraño equilibrio, que no he conseguido romper, entre tener una y desear a todas, entre desear a las que no se tienen y estar sin embargo con aquella que muestra algún interés en mí, independiente de si me gusta o no; si le gusto, que me tenga. Receta de la infelicidad. Receta de la inmadurez. Me habré atorado, quizá, en lo que me dijo la gitana –lo juro, me lo dijo una gitana cuando me leyó la mano, yo tenía 7 años, mi padre me llevó con ella, jugábamos. “Tendrás muchas mujeres”…

Voglio una donna. ¿Cómo traducirlo?

Entre “¡Quiero una mujer!” y “¡Quiero a una mujer!” hay una gran diferencia.

Ahora sé que quiero y necesito lo segundo. Que casi estoy preparado.

De todo lo demás, ya me cansé.

No comments: