Thursday, July 20, 2017

La doble vida del freelancer



Los freelance tenemos algo de esquizofrénicos. Vivimos una doble vida: la de cuando tenemos trabajo y la de cuando no.

Cuando tenemos trabajo no tenemos tiempo para casi nada más: La familia se ve renegada, no se puede contar con nosotros para cumpleaños ni bautizos; no se nos encuentra nunca y la fecha de entrega ideal para el proyecto en el que estamos es casi siempre "antier".

En eso somos respetables. Nos entregamos al objetivo  de nuestro empleador y lo volvemos nuestro: Hacer un buen logo, una campaña memorable, un anuncio entrañable que no se pierda en la nada. En ocasiones lo conseguimos.

Y luego viene la calma. Se termina el trabajo, viene el ocio y con él se asoma la depresión y la angustia. Las preguntas como "¿seré realmente bueno en lo que hago?" o "¿Es que en realidad sé hacer algo?" empiezan primero a asomar y luego a dominar el flujo entero de los pensamientos.

Disfrutamos el privilegio, eso sí, de ser dueños de nuestro tiempo. Podemos hacer ejercicio a deshoras, cuando los gimnasios, albercas y parques están vacíos o sólo hay personas retiradas como nosotros. Yo voy a un deportivo de de viejitos; mi contacto constante con la muerte en calidad de latente me ha hecho más y más reflexivo; más y más, digamos, viejito. Disfruto de ver los pájaros y las flores, los frutos de mi hortaliza, mis animales, el sol. Me congratulo cada día que mis articulaciones funcionan y sé que no durará mucho. Me preparo, en fin, para la muerte. Ese es otro tren de pensamiento que tenemos, cuando tenemos tiempo, los freelancers.

Para contrarrestarlos y tener un equilibrio, un balance en nuestra vida,  los freelancers nos hacemos de un as bajo la manga, una defensa incontestable ante los embates del ocio obligado: Se trata de El Proyecto.

El Proyecto es eso, un proyecto de gran obra, una noble manifestación de nuestras almas que algún día tendrá la forma suficiente para emerger en el mundo y presentarse a los demás tal cual es.

Mientras tanto, debemos cultivarlo. Debemos escribir, bocetear, tallerear, conceptualizar, previsualizar, afinar el proyecto. Debemos investigar, tomar notas, comparar, presentar, prevender, reclutar, delegar -si hay suerte-, evaluar, y entonces reafinar; volver a investigar, reconstruir, deconstruir, revisitar, reexplorar, repensar, reevaluar, bajar -esto es muy importante, bajar-, poner en blanco y negro -otra vez-, alucinar y volver a afinar, afinar sin fin las notas más delicadas, más sutiles, del proyecto. Entonces nos llaman. Hay trabajo y es pa' antier.


 


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