Monday, July 28, 2008

Guerra de blogs

Mi cuerpo no es muy grande ni muy viejo. No sé bién cuánto pesa o cuanto mide. Es noble, eso sí. Lo alimento con apenas huevos fritos, café, tocino y pan, por la mañana, y eso me logra llevar hasta la tarde sin mayor problemas. Se mueve, mi cuerpo; a veces piensa. Hay días que resiste con sólo una galleta o un café, y aún sin nada. Luego le doy algo bueno de comer, o lo procuro. Lo duermo cada vez que me es posible; no sé si le haga bien o le haga mal: tanto a veces y en ocasiones tan poco. Sus demás funciones son normales.

Intento, de vez en cuando, ejercitarlo. Mi cuerpo hace esfuerzos cuando se estira, no le gusta o no lo acostumbra; lo fuerzo, pues supongo que le hace bien, llevarlo lejos. Es sorprendente también, confirmar que a ciertas partes –de mi cuerpo- les cuesta tanto trabajo sostener o jalar a otras, que no acostumbran. Veo que mi cuerpo, dividido en partes, es débil, muy débil: yo no le confiaría nada. Y, visto como un todo, sé que mi cuerpo es, y esto nunca lo olvido, extremadamente frágil.

Mi cuerpo es humilde: sé que es casi nada. Más me sorprende y fascina saber que al estar contigo –yo he estado ahí, lo he visto-, se vuelva un héroe, un gigante, un astro.

Y tan antiguo.

1 comment:

Email said...

me gustó. me hizo pensar en la nobleza de mi propio cuerpo. sólo sugiero cambiar "forzo" por "fuerzo". saludos.