Otro domingo.
Recuerdo cuando los domingos, de noche, bloggeaba. Si era un buen domingo, eso hacía. Tendría algo qué decir, y venía y lo decía. Así empezaba mi semana, o terminaba.
Cada vez tengo menos qué decir, y mucho menos, una forma interesante de decirlo. Cada vez llega más rápido el domingo y me encuentra cansado, decidido a hacer lo necesario para recuperar mis fuerzas y mi ánimo. Esto generalmente es no hacer nada.
Me encantan los domingos. Me encanta no hacer nada. Es a veces como una misión, como una "tarea" -mi amada dice que todo lo hago como si fuera una "tarea"- Descansar, ante todo; descansar de todo, no mover ni un dedo, dedicarme únicamente al gozo y la contemplación.
A veces cocino. A veces cuido de mi huerto malherido. A veces, muy a veces escribo algo.
Pero generalmente tomo el domingo para resetear la máquina, como un cualquiera.
Luego vivo mi semana, también como cualquiera, ocupando todo el tiempo en las cosas necesarias, y muchas de las cosas deseadas las relego o pospongo para "el fin de semana".
Pero el fin de semana estoy cansado y hago, como ya he dicho, casi nada.
Y así vuelve a empezar.
No me estoy quejando, no estoy diciendo que sea infeliz. !Al contrario!
Lo disfruto muchísimo.
Disfruto cocinar, pasear (inclusive si es cerca de casa, caminando, sin meta ni "tarea" escrita); no contestar el teléfono, no tener que salir a cierta hora, desayunar con toda calma la enorme variedad de cosas que me gusta desayunar.
Estar con mi mujer y mis animales.
Leer.
Y esperar.
Sunday, May 29, 2011
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